El Eremitorio de la Santa Cruz se
encuentra enclavado en una montaña de bosque mesófilo (bosque de niebla). Desde
los inicios en el proceso de la construcción, se trató de tener el menor
impacto en el bosque, y se utilizaron desechos que la misma naturaleza
proporcionó, como el caso de la madera, etc. La mayor parte de los materiales
fueron reciclados de otros lugares. La pintura está hecha a base de tierra y
cal. Y el proyecto arquitectónico en su conjunto se compone de un sistema que
permita la reutilización de los deshechos producidos en el recinto, y con ello
ofrecer una forma de vida monástica actualizada, preocupada por el cuidado de
la naturaleza humana en su integridad. Modelo que pretende convertirse en un
proyecto autosustentable, aprovechando lo que Dios ofrece mediante los recursos propios del sitio; y evitando en su mayor parte el mínimo impacto ambiental. Energía solar, captación de agua pluvial, tratamiento de aguas, baños secos, entre otros mecanismos que permitan conservar y proteger los recursos naturales de esta pequeña reserva natural.