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oración •
prayer • prière • preghiera • gebet
Para el ermitaño la
oración es vida. Toda acción, por insignificante que parezca, debe tender a la
oración, puesto que constituye en él, un trabajo vocacional. La oración ocupa un lugar privilegiado en la
vida eremítica, y comprende no sólo la oración litúrgica; sino sobre todo, la
oración personal, pues sin
auténtica oración la vida eremítica no se sostiene. Se dice que el ermitaño
platica día y noche con Dios, y trata de no ocupar su imaginación más que en
cosas de Dios y de no poseer nada sobre la tierra. Es precisamente esta plática
amorosa en silencio con Dios que llamamos oración. La oración personal se funde
con la Lectio divina, complementa y alimenta la oración litúrgica, el
trabajo y la relación que el ermitaño lleva con toda la creación. La Eucaristía
ocupa un lugar preponderante en su jornada, ya que es ahí donde haya el sentido
pleno de su existencia.
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lectura • reading • lecture • lettura •
lektüre
Desde los primeros tiempos, en la vida
monástica, existe una marcada tendencia a privilegiar la mayor parte de la
jornada a la meditación de las Sagradas Escrituras (Lectio divina),
pues es precisamente de ella de donde el monje extrae su alimento principal.
Este encuentro con la Palabra, lleva al ermitaño al reconocimiento de su
indigencia, y al abandono de su vida en Dios. Es ahí donde el monje le escucha.
Es con esta práctica como puede alcanzar a comprender cuál es la voluntad de
Dios y por la que puede alcanzar el don de la Contemplación, ya que esta
Palabra le acompaña cada día y le hace madurar en la fe, para que su esperanza
le aliente a hacer de sí mismo, amor. A ejemplo de María, el ermitaño, cuanto
escucha en su encuentro cotidiano, con la Palabra, lo guarda en su corazón, con
el único fin de participar de este misterio divino, al que se asocia por
vocación.
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trabajo • work • travail • lavoro • arbeit
El trabajo es un elemento necesario en su propia
formación personal y un elocuente y evidente signo de alabanza a Dios y signo
de solidaridad con sus hermanos del mundo. Por tradición, los ermitaños
acostumbran a sembrar aquello que han de comer, pero además pueden dedicarse a
la publicación de artículos y libros sobre espiritualidad, lo que les permite
obtener recursos para poder subsistir; pueden también trabajar en la
elaboración de artesanía religiosa o bien ofrecer un espacio dentro del
eremitorio, para que alguna persona pueda realizar un retiro personal; sin
desdeñar la caridad de la Iglesia, manifestación siempre atenta y clara de la
Divina Providencia.Todo tipo de trabajo que realice el ermitaño, tiene la
característica de ser contemplativo, pues este tipo de trabajo, no quita jamás
la paz del corazón. Pero ante todo, el ermitaño pone su confianza absoluta en
su Padre, fuente de toda subsistencia y comparte con los más pobres y
necesitados, cuanto tiene, así como el fruto de su trabajo.
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clausura • confinement • clôture • chiusura
• klausur•
Claustrum es paralelo a clausura y designa no sólo
el ámbito donde se desarrolla la vida del monje (inaccesible a los seglares),
sino el juego de construcciones, donde la abundancia de luz y silencio
conforman el ambiente más apto para que el corazón se ensanche y recoja en
Dios, para una lectura sosegada de la Palabra de Dios (Lectio divina), y
para el ocio sagrado (vida contemplativa). Es la manifestación más expresiva de
lo que puede pedirse a quienes se dedican a una vida entregada exclusivamente a
Dios: la separación estricta del mundo. Lo que suscita una especie de
encarcelamiento voluntario, pues la vida monástica resulta austera y la
penitencia es el precio de la libertad espiritual; teniendo siempre en cuenta,
que el fin último de toda observancia monástica, es el Amor.
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silencio • silence • silence • silenzio •
stillschweigen
La vida del ermitaño se desarrolla
particularmente en un clima de silencio interior y exterior que favorece su vida
de oración y de comunicación personal con Dios. El silencio le permite agudizar
el oído de su corazón y escuchar lo que a cada instante le dice el mismo Dios, sea a través de Su Palabra, o bien a través de la misma naturaleza, obra de sus manos.
No se trata de un silencio impuesto por pura observancia, sino de una auténtica
necesidad del monje para enriquecer su vida interior. Este tiempo de silencio
potencializa su encuentro con aquellos que van al eremitorio buscando la
presencia de Dios. Es un silencio que lo hace unirse más y mejor con todos sus
hermanos que como él, luchan a diario en el mundo que les rodea.
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soledad • solitude • solitude • solitudine
• einsamkeit
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penitencia • penance • pénitence •
penitenza • buße
Estos
elementos son: ausencia de confort y distracciones que debilitan la voluntad y
disipan el espíritu, práctica de la pobreza en las cosas de uso personal,
interrupción del sueño a mitad de la noche, trabajo, soledad y silencio, ayuno,
frugalidad en la alimentación, abnegación de sí en aras de la obediencia, y en
general todo aquello que fomente el placer y el “bienestar”.
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caridad • charity • charité • carità • Nächstenliebe
El ermitaño tiene por regla principal, la práctica de la caridad; de ahí que su apostolado se manifieste a través de la oración. Pese a ello, la tradición monástica ha mantenido desde sus orígenes, la venerable costumbre de recibir a los huéspedes "como al mismo Cristo". Sin dejar de lado el laudable aporte de la misma vida solitaria, el ermitaño comparte momentos o días en el eremitorio, con algún huésped, sea que venga para la dirección espiritual o para dejarse interpelar por el Señor en la profundidad del silencio. El eremitorio cuenta con una celda a la entrada del eremitorio, donde el huésped puede orar en paz; respetando a su vez, la soledad del hermano que le recibe.
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caridad • charity • charité • carità • Nächstenliebe
El ermitaño tiene por regla principal, la práctica de la caridad; de ahí que su apostolado se manifieste a través de la oración. Pese a ello, la tradición monástica ha mantenido desde sus orígenes, la venerable costumbre de recibir a los huéspedes "como al mismo Cristo". Sin dejar de lado el laudable aporte de la misma vida solitaria, el ermitaño comparte momentos o días en el eremitorio, con algún huésped, sea que venga para la dirección espiritual o para dejarse interpelar por el Señor en la profundidad del silencio. El eremitorio cuenta con una celda a la entrada del eremitorio, donde el huésped puede orar en paz; respetando a su vez, la soledad del hermano que le recibe.